miércoles, 4 de abril de 2012


Cuando detrás de tanto esfuerzo no queda ninguna recompensa, cuando ves que las cosas son injustas y que no tienes lo que te mereces... Cuando intentas hacer como si nada pasara y confías en que las cosas saldrán bien tarde o temprano, pero no, no salen bien.... Cuando estás a punto de derrumbarte, de desvanecerte sobre la mesa, cuando no puedes soportar más el peso de la desesperanza sobre tus hombros, te dicen algo que te duele aún más... Cuando no saben nada realmente sobre lo que te ocurre, pero piensan que sí y hablan por hablar... palabras que carecen de importancia pero que hieren debido a tus pocas defensas, a tu pésimo estado de ánimo...Cuando ves que pasan los días lentos, cuando quieres que todo se acabe, cuando ves que ese final cada vez está más lejos por muchas horas que pasen... Cuando ves injusticias y no puedes decir nada porque saldrás perdiendo.... Cuando querrías explotar diciendo lo que llevas callando tanto tiempo, pero te limitas a dar un puñetazo al mueble... Cuando te gustaría escaparte de esta rutina que te está matando lentamente, pero no puedes... Cuando figes estar bien para no preocupar a la gente cambiando tu más sincera lágrima por tu más falsa sonrisa para no hacerles daño, ese daño que te haces a ti misma y que duele el doble, pero no, tranquilos, no pasa nada, estoy bien.
La misma historia, la misma gente, la misma rutina... Siempre lo mismo y no puedo hacer nada por cambiarlo.
No me quedan ganas ni fuerzas ni esperanza... Hoy no.
Otro sorbo, y otro, y otro, y ya van cinco... Pega los labios a la botella y deja que el alcohol baje por su garganta al mismo ritmo que bajan las lágrimas por sus mejillas... Abre el paquete de tabaco, coge un cigarillo y enciende una llama. Mantiene en vilo el pitillo entre sus dedos de la mano izquierda, mientras con la derecha sujeta la botella y da otro trago, intentando que el Whisky borre todo el dolor que la vida no pudo borrarle. Se engaña a sí misma, sabe que lo que está haciendo no está bien, pero le da igual. Está tan cansada que decidió enterrar al angelito que la protegía de los malos vicios. Qué importa, se pregunta mientras se tumba en el suelo con la mirada perdida en el techo. Ya nada importa. Las cosas no van bien y para evadirse recurre a dos vicios que no la harán tanto daño como le hizo otro, el amor, esa maldita droga de la que no ha conseguido desengancharse aún y cada vez es menor la esperanza que la anima a cambiar ese pensamiento. Nadie llena su vacío y eso la preocupa, pues siempre fue una chica curiosa, alegre y observadora que quería quitar los interrogantes que rodeaban su vida y cambiarlos por respuestas contundentes y lógicas, pero esta vez no pudo. No encontró un porqué y eso la estaba matando lentamente... Mira la botella, solo queda un culín de alcohol, migajas como las de su amor, y se lo bebe de golpe, sin miramientos, sin ver el peligro. Otra calada al cigarro y el humo le hace verlo todo más confuso que de costumbre. "Una noche es una noche, y yo hoy solo quiero olvidar..." Una noche es una noche, y yo hoy solo quiero olvidar... Justo en ese momento, abre los ojos y se los restriega haciendo que el rímel se le corra aún más, quiere que desaparezca ese color rojizo de su mirada, desea ser fuerte, intenta ponerse en pie pero sus piernas no reaccionan, están tan paralizadas como aquel día en que escuchó un "ya no te quiero". Se derrumba nuevamente y decide que esta noche no se levantará, se limitará a dormir con la tristeza y a ser arropada por la soledad, mientras piensa que mañana será otro día y que quizás tenga ganas de sonreír, pero ahora no... hoy no.

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